El bautismo: Porro de Mariahuana

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36 años después, lo llevé a cabo. Gracias a unos buenos amigos y a su excelente material (sin duda el mundo sería mejor si pudiesemos cultivar nuestros propios productos de consumo). La buena compañía y un tono de cachondeo general, hizo que la velada fuera perfecta. Además grabaron toda la cata en video. ¡Yuju!

La dosis:
Pipa de marihuana y porro mezclado con tabaco, alrededor de 6 caladas profundas, y alguna torpe e inexperta.

Primeros efectos:
La marihuana es la leche en vinagre. Si duda es una droga fuerte, pero fuerte que te cagas. Mis cicerones me dejaron claro que no es una sustancia menor en absoluto y estoy de acuerdo. No se trata de algo para jugar, la experiencia fue intensa y en mi caso rozó el dolor, aunque quizá fuese por lo del bautismo...
La primera impresión: desagradable, el regusto a quemado me recordó al tabaco, al que tanta manía tengo, pero luego... ¡zasca!: fuerte sensación, muchísima tos y como digo, cierto sufrimiento. El pecho me ardía, mi cerebro se puso en alerta, como diciendo cuidado algo muy raro está pasando.

Primera lección: las drogas no son algo mágico que te hace entrar en el mundo de las hadas de un saltito. No hay duda de que hablamos de una tóxina y eso el cuerpo lo nota. Te dice, te vas a meter eso ahí, mejor que no. Claro lo haces, y lo notas, pero también percibes el poder que tiene. Tremendo.
Yo describiría la sensación como si me escanearan todo el cuerpo, olas de calor derretían mi interior, arrastrándome con ellas. Me creía alucinar al notar como la sustancia extraña se adentraba por todo mi cuerpo. Me resultó muy llamativo que me doliesen los codos, como si esta brasa de calor quisiera salir por ahí y no pudiese. ¿...?

En seguida, empecé a notar sus efectos sobre la percepción, la mente se me nubló ligeramente, el cuerpo se me volvió pesado y comencé a perder en parte la capacidad de articular palabras. De nuevo, como en el mar, otra oleada arrasaba mi cuerpo. Creo que pude contar dos o tres de estas llamaradas de fuego.

Colocón
Si el colocón, creo que es un término adecuado, llegó. Sensación de placidez, somnolencia (aunque antes ya tenía sueño), pesadez del cuerpo. Estaba sumido en una extraña y tranquila felicidad pero tenía muy claro que se había alterado mi coinciencia. Curioso paralelismo entre realidad y ficción. ¿O era todo real?
La cosa estaba resultando ser muy física. Me sentía como tras un masaje, relajado pero dolorido al mismo tiempo. 12 horas después escribo estas líneas y aún noto como agujetas dentro de mí. Cansancio, fatiga, sin haber hecho ejercicio.
¿Curioso?

Efectos secundarios:
Risas, muchas, además me estaban grabando en video, pues: más cachondeo. Hambre (pero, yo ya tenía hambre antes). Realidad aumentada: cuando abandoné la nube a trompicones y salí de la casa de mis amigos, la sensación de torpeza me abandonó ligeramente, y se sustituyó por una percepción muy intensa de la realidad. Percepción magnificada que en cierta manera, no me ma acaba de abandonar todavía. Me fui de madrugada andando a mi casa, desde la otra punta de Madrid. Llegué tarde, feliz y con ganas de dormir.

Conclusiones:
Es una droga muy intensa, quizá la dosis era excesivamente alta para un aprendiz o su calidad muy buena. La marihuana ha sido un buen bautismo. Soy consciente de haber cruzado una puerta, incluso me veo diferente, cambiado. No entiendo que su consumo popular esté prohibido, pues creo sin duda que es perfecta para llegar a casa, echarte un rato y pasar de todo. Te desconecta de tus preocupacioens y da cierta sensación de felicidad y autoestima.

Dr. Hoffman discúlpame, pero a pesar de todo ésto, no creo que la vuelva a probar en un tiempo, su ingesta me resultó muy potente, como digo casi dolorosa, creo que mi tipo de droga, si la hay, debe ser alguna más plácida.

¿Y ahora qué?
Aquellos que ya saben de mi experimento, me aconsejan continuar con el tan popular Costo o Hachís. Pero creo que después de vivir mi primer colocón con una droga, es mejor descansar un poco.

Hasta pronto ¡Deseadme suerte!
D.

Virgen a los cuarenta

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http://www.elmulticine.com/imagenes/carteles/virgenaloscuarenta_b.jpg
Pues eso.
D.

Orígenes

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Tengo 36 años. Fumé tabaco durante una breve época de mi vida (me pareció algo que no volveré a hacer por sucio, mal karma, por no decir directamente: chungo -carraspeaba horrible en la ducha por la mañana-). Dí dos o tres caladas (sociales) a algún porro, que me produjeron tos y creo que ningún "efecto".

Más adelante probé, bajo un bellísimo atardecer en Barcelona, media seta alucinógena. A todas luces era una dosis inofensiva. La degustación fue gracias a ella, que se curró todo un escenario maravilloso con el que acompañar la que fue una experiencia muy hermosa. Y terminó con sexo oral sobre los resplandecientes tejados del Eixample, coronados por las luces de la Fira de Montjüic.

En fin, pobre y escaso currículum. Y es curioso, por que a pesar de mirarlas un poco por encima del hombro, nunca he tenido más prejuicios contra las drogas que los habituales de la convivencia. Si, me irrita un poco la mala educación de apestar de humazo un micro-espacio cerrado o las conversaciones delirantes con alguien enzarpado de coca.

Pero en cualquier caso, pienso que es el momento de mi vida en el voy a empiezar a tomarlas.
¿Alguna sugerencia?

De hecho, creo que incluso voy a escribir un nuevo blog sobre ello...
D.

www.tinapaterson.com