Dame más Cafeína

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Estamos buscando los escurridizos aceites esenciales, goma arábiga, entre otros llamativos componentes, para nuestro taller de esta tarde de OpenCola en el Medialab Prado (ya sabes por donde pasarte si quieres descubrir cual el ingrediente secreto de la famosa fórmula), cuando nos llegó el momento de comprar Cafeína:

- Perdón, ¿17 euros los 100 grs. de este polvito blanco?
- Si, y tienes que dejarme el DNI.
- ¿Para comprar cafeína? Mire, como ve ya soy mayorcito de edad y cuando la pido en un bar no son tan exigentes...
- Es un estimulante muy potente, y así... es la ley.

Por la noche de marcha por Lavapiés, algunos metieron su dedito mojado en la bolsita de polvo blanco.
Espero que hayan dormido algo esta noche.

La cafeína pasa al torrente sanguíneo a través del estómago y el intestino delgado, y sus efectos comienzan a notarse al cabo de sólo 15 minutos de su consumo. Una vez que entra en el cuerpo, la cafeína permanece en él durante horas: se tardan unas 6 horas en eliminar la mitad de la cafeína consumida.

La cafeína pertenece al grupo químico de la xantina. La cafeína actúa bloqueando los receptores de la adenosina neurotransmisora, que suele tener una acción inhibidora y está relacionada con la aparición del sueño. También eleva los niveles de dopamina y estimula la segregación de adrenalina, una hormona de lucha o huida. La cafeína también actúa en otros puntos del cuerpo, de forma que incrementa el ritmo cardíaco, constriñe los vasos sanguíneos, relaja las vías respiratorias, mejora la respiración y hace que algunos músculos se contraigan más fácilmente.
Se tardan unas 6 horas en eliminar la mitad de la cafeína consumida.
D.

Me sabe a humo

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Mandanga Krishna.



Fary y el Melocotonazo.



Manolo Acuarius.

Mi primera vez

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Vivía en un estado de feliz atolondramiento, y me encontraba con mi contrario de visita en Londres. Entramos en un antiguo teatro inmenso y precioso como una caja de bombones roja y brillante reconvertido en sala de conciertos. Electrónica con cartel de lujo. Situados en el mejor sitio imaginable, al lado de la cabina de sonido, apoyados en la barandilla del primer piso viendo la escena completa (dj+público), a dos metros de la barra con cerveza caliente, dos metros de una pared acolchada, cuatro metros de los sofás, seis metros de los baños. Y con la gente justa con la que compartir una buena noche pero no tanta como para no poder movernos con agilidad por el lugar. Largo preliminar solo para dejar dibujado el momento cuasi-perfecto en el que me encontraba.

Nada más que porros y alcohol hasta entonces. Y poca prisa por dar el salto a otras drogas, que por otro lado nunca tuve excesivamente cerca.
Pero he aquí que en ese momento mágico decidí tener mi primera experiencia con mdma. Tras insistirle en que me diera a probar (siempre diré que me encantó su reticencia, yo tampoco incito, esto es serio), me animé con una bombita pequeña.
Hay que digerirlo, y eso lleva su tiempo. No me di cuenta del despegue (las siguientes veces ya reconozco el calentamiento de motores). Ya iba con el subidón del espectáculo de lugar sumado a una sesión reconfortante y tranquila de dj krush y un ambiente de público entendido y rendido (hubo varias páginas contando lo bestial de aquella sesión). Empezó dj vadim. Y mi energía se salía de mi cuerpo por los brazos y la cabeza como si fuera un emisor de electrones. Mi chico, él sí, toda su vida hasta las trancas, me observaba y reía, y en algún momento, en el que yo diría algo así como “no sé si me ha subido ya…”, me hizo darme cuenta de las sensaciones físicas tan claras que tiene esta droga: mi pelo y mi vello, erizado hasta el máximo (pues eso, buscando conexiones).

Sensaciones mayúsculas de felicidad, energía, subidón… y curiosamente de claridad y serenidad. Le sentía a unos metros de mí, bailando, observándome, riendo, cuidándome, disfrutando de mi experiencia, guiándome en el viaje... me quería mucho por aquél entonces. No cruzamos palabras y apenas nos acercamos. Solo nos mirábamos, y ya sabíamos todo. Recuerdo agarrarme a la barandilla y tener la sensación de querer parar el tiempo. Recuerdo sentir el aire rozando con mis yemas, y sensaciones más difíciles de expresar… algo así como entrar en sintonía con el momento, no tanto visualmente como por el oído, el tacto, las entrañas. Y a la gente... se la quiere, a toda. Parece, según Escohotado, que algunos psicólogos la han usado para recuperar lazos sentimentales entre familiares desconectados. Ahí queda.
Con mucha pena nos dejamos echar y ya en casa me di cuenta de que no quería dormirme, aunque podría haberlo hecho sin problemas. Tirada en el suelo le hice una postal a mi amiga local (la visitada) que no pudo acompañarnos. Disfruté cada trazo, bajo la atenta mirada de mi amor, que seguía vigilando mi felicidad. Luego, un placentero sueño y un variadito (polvo) por la mañana.

Desde entonces pruebo todo lo que de forma natural se pone a mi alcance, siempre con las circunstancias a favor y partiendo de un buen momento. Y por supuesto, con las distancias en el tiempo que necesitan cuerpo y mente para no intoxicarse en exceso.
Un aplauso por la felicidad inducida.
Doctor Hoffman vuelve y como yo sigo con mi primera vez, me llegan colaboraciones de otros para llenar este vacío. Pues yo voy y las publico.
Gracias Mónica.
D.

El bautismo: Porro de Mariahuana

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36 años después, lo llevé a cabo. Gracias a unos buenos amigos y a su excelente material (sin duda el mundo sería mejor si pudiesemos cultivar nuestros propios productos de consumo). La buena compañía y un tono de cachondeo general, hizo que la velada fuera perfecta. Además grabaron toda la cata en video. ¡Yuju!

La dosis:
Pipa de marihuana y porro mezclado con tabaco, alrededor de 6 caladas profundas, y alguna torpe e inexperta.

Primeros efectos:
La marihuana es la leche en vinagre. Si duda es una droga fuerte, pero fuerte que te cagas. Mis cicerones me dejaron claro que no es una sustancia menor en absoluto y estoy de acuerdo. No se trata de algo para jugar, la experiencia fue intensa y en mi caso rozó el dolor, aunque quizá fuese por lo del bautismo...
La primera impresión: desagradable, el regusto a quemado me recordó al tabaco, al que tanta manía tengo, pero luego... ¡zasca!: fuerte sensación, muchísima tos y como digo, cierto sufrimiento. El pecho me ardía, mi cerebro se puso en alerta, como diciendo cuidado algo muy raro está pasando.

Primera lección: las drogas no son algo mágico que te hace entrar en el mundo de las hadas de un saltito. No hay duda de que hablamos de una tóxina y eso el cuerpo lo nota. Te dice, te vas a meter eso ahí, mejor que no. Claro lo haces, y lo notas, pero también percibes el poder que tiene. Tremendo.
Yo describiría la sensación como si me escanearan todo el cuerpo, olas de calor derretían mi interior, arrastrándome con ellas. Me creía alucinar al notar como la sustancia extraña se adentraba por todo mi cuerpo. Me resultó muy llamativo que me doliesen los codos, como si esta brasa de calor quisiera salir por ahí y no pudiese. ¿...?

En seguida, empecé a notar sus efectos sobre la percepción, la mente se me nubló ligeramente, el cuerpo se me volvió pesado y comencé a perder en parte la capacidad de articular palabras. De nuevo, como en el mar, otra oleada arrasaba mi cuerpo. Creo que pude contar dos o tres de estas llamaradas de fuego.

Colocón
Si el colocón, creo que es un término adecuado, llegó. Sensación de placidez, somnolencia (aunque antes ya tenía sueño), pesadez del cuerpo. Estaba sumido en una extraña y tranquila felicidad pero tenía muy claro que se había alterado mi coinciencia. Curioso paralelismo entre realidad y ficción. ¿O era todo real?
La cosa estaba resultando ser muy física. Me sentía como tras un masaje, relajado pero dolorido al mismo tiempo. 12 horas después escribo estas líneas y aún noto como agujetas dentro de mí. Cansancio, fatiga, sin haber hecho ejercicio.
¿Curioso?

Efectos secundarios:
Risas, muchas, además me estaban grabando en video, pues: más cachondeo. Hambre (pero, yo ya tenía hambre antes). Realidad aumentada: cuando abandoné la nube a trompicones y salí de la casa de mis amigos, la sensación de torpeza me abandonó ligeramente, y se sustituyó por una percepción muy intensa de la realidad. Percepción magnificada que en cierta manera, no me ma acaba de abandonar todavía. Me fui de madrugada andando a mi casa, desde la otra punta de Madrid. Llegué tarde, feliz y con ganas de dormir.

Conclusiones:
Es una droga muy intensa, quizá la dosis era excesivamente alta para un aprendiz o su calidad muy buena. La marihuana ha sido un buen bautismo. Soy consciente de haber cruzado una puerta, incluso me veo diferente, cambiado. No entiendo que su consumo popular esté prohibido, pues creo sin duda que es perfecta para llegar a casa, echarte un rato y pasar de todo. Te desconecta de tus preocupacioens y da cierta sensación de felicidad y autoestima.

Dr. Hoffman discúlpame, pero a pesar de todo ésto, no creo que la vuelva a probar en un tiempo, su ingesta me resultó muy potente, como digo casi dolorosa, creo que mi tipo de droga, si la hay, debe ser alguna más plácida.

¿Y ahora qué?
Aquellos que ya saben de mi experimento, me aconsejan continuar con el tan popular Costo o Hachís. Pero creo que después de vivir mi primer colocón con una droga, es mejor descansar un poco.

Hasta pronto ¡Deseadme suerte!
D.

Virgen a los cuarenta

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http://www.elmulticine.com/imagenes/carteles/virgenaloscuarenta_b.jpg
Pues eso.
D.

Orígenes

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Tengo 36 años. Fumé tabaco durante una breve época de mi vida (me pareció algo que no volveré a hacer por sucio, mal karma, por no decir directamente: chungo -carraspeaba horrible en la ducha por la mañana-). Dí dos o tres caladas (sociales) a algún porro, que me produjeron tos y creo que ningún "efecto".

Más adelante probé, bajo un bellísimo atardecer en Barcelona, media seta alucinógena. A todas luces era una dosis inofensiva. La degustación fue gracias a ella, que se curró todo un escenario maravilloso con el que acompañar la que fue una experiencia muy hermosa. Y terminó con sexo oral sobre los resplandecientes tejados del Eixample, coronados por las luces de la Fira de Montjüic.

En fin, pobre y escaso currículum. Y es curioso, por que a pesar de mirarlas un poco por encima del hombro, nunca he tenido más prejuicios contra las drogas que los habituales de la convivencia. Si, me irrita un poco la mala educación de apestar de humazo un micro-espacio cerrado o las conversaciones delirantes con alguien enzarpado de coca.

Pero en cualquier caso, pienso que es el momento de mi vida en el voy a empiezar a tomarlas.
¿Alguna sugerencia?

De hecho, creo que incluso voy a escribir un nuevo blog sobre ello...
D.

www.tinapaterson.com